Gracias Maestro

“La gratitud que salva”

Diez leprosos claman a Jesús desde lejos. Él no los toca, no les impone las manos, no pronuncia palabras de sanación. Solo les dice: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Y mientras obedecen, son sanados. Pero solo uno regresa. Solo uno reconoce que no basta con recibir el milagro: hay que volver al origen, al corazón que lo hizo posible.

Este samaritano —extranjero, marginado doblemente— se convierte en modelo de fe. No solo fue sanado, fue salvado. Porque la gratitud no es solo cortesía: es adoración, es comunión, es reconocimiento de que todo bien viene de Dios.

Este texto puede inspirarnos a mostrar que el arte agradecido transforma. Que cada actitud, cada gesto, cada palabra que regresa a Dios con gratitud, se convierte en ofrenda viva. La fe que sana es preciosa, pero la fe que agradece… salva.

 

Liturgia del domingo

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Ser semilla

El Evangelio de Lucas 17,5-10 para el XXVII Domingo del Tiempo Ordinario es una invitación profunda a vivir la fe con humildad, confianza y servicio.

“Si tuvieran fe como un granito de mostaza…”

Los discípulos piden más fe, como si fuera una cantidad que se pudiera medir o aumentar. Pero Jesús responde con una imagen provocadora: no se trata de tener “más” fe, sino de tener una fe auténtica, viva, aunque sea pequeña. Una fe así puede mover lo imposible.

Luego, Jesús habla del siervo que cumple su deber sin esperar recompensa. Es una parábola que nos incomoda, pero que revela una verdad esencial: la fe no es un mérito, sino una respuesta humilde al amor de Dios. No somos héroes espirituales, sino servidores que hacen lo que deben, con gratitud y sin vanagloria.

Este Evangelio nos enseña que la fe verdadera no busca aplausos ni resultados espectaculares. Es confianza silenciosa, obediencia amorosa, y servicio fiel. Es vivir como quien sabe que todo lo recibido es gracia.

Liturgia del domingo

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El abismo de la indiferencia

La parábola del rico y Lázaro— es una de las más conmovedoras y provocadoras que Jesús comparte. Nos confronta con la indiferencia, la justicia divina y la urgencia de escuchar la Palabra antes de que sea demasiado tarde.

 Jesús nos presenta dos mundos que conviven sin tocarse: el del rico, rodeado de lujo, y el de Lázaro, cubierto de llagas, olvidado en la puerta. No hay condena por tener bienes, sino por ignorar al que sufre. El pecado del rico no fue su riqueza, sino su ceguera espiritual, su incapacidad de ver a Lázaro como hermano.

La parábola nos recuerda que el tiempo de actuar es ahora. No basta con arrepentirse después; la vida es el espacio donde se decide el destino eterno. El “abismo” que separa a ambos en la otra vida es el reflejo del abismo que el rico construyó en la tierra: el abismo de la indiferencia, del egoísmo, de la falta de compasión.

Lázaro, cuyo nombre significa “Dios ayuda”, representa a todos los que esperan consuelo, dignidad y justicia. ¿Quiénes son los Lázaros que esperan a nuestra puerta hoy? ¿Qué puertas debemos abrir?

Liturgia del domingo

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Sabiduría para Servir a Dios

El pasaje de Lucas 16,1-13 nos presenta la parábola del administrador astuto, una historia que a primera vista puede parecer desconcertante, pero que encierra una profunda enseñanza espiritual sobre el uso del dinero, la fidelidad y el discernimiento entre dos señores: Dios y las riquezas

Señor Jesús, Tú que conoces los secretos del corazón, enséñame a ser fiel en lo poco, a administrar con sabiduría lo que me has confiado.  Como el administrador que actuó con astucia, quiero aprender a usar los bienes de este mundo no para mi gloria, sino para sembrar tu Reino. No permitas que el dinero se convierta en mi amo, ni que la comodidad me robe la generosidad. Hazme libre de toda codicia, y rico en amor, justicia y compasión. Que mi vida sea una ofrenda, que mis decisiones reflejen tu luz, y que mi corazón te sirva solo a Ti.Porque no se puede servir a dos señores, y yo elijo servirte a Ti, mi único Dios, mi verdadero tesoro.

 

Liturgia del domingo

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