Jesús se esforzaba de muchas maneras en despertar en la gente la conversión a Dios. Era su verdadera pasión: ha llegado el momento de buscar el reino de Dios y su justicia, la hora de dedicarnos a construir una vida más justa y humana, tal como la quiere él. Según el evangelio de Lucas, Jesús pronunció en cierta ocasión una pequeña parábola sobre una «higuera estéril». Quería desbloquear la actitud indiferente de quienes le escuchaban, sin responder prácticamente a su llamada. El relato es breve y claro. Un propietario tiene plantada en medio de su viña una higuera. Durante mucho tiempo ha venido a buscar fruto en ella. Sin embargo, años tras año, la higuera viene defraudando sus expectativas. Allí sigue, estéril en medio de la viña.
Nos gusta volver al Tabor. Allí, por un instante te descalzas, bajas la guardia, alzas la copa y brindas por el amor, la amistad, el Dios evidente allí te gusta quién eres, la música acuna, el espejo te devuelve una alegría serena y estás en casa…
Ayuno, oración y limosna, herramientas que nos ayudan a ponernos a punto para celebrar nuestra fiesta grande.
Al fin, en la raíz, en lo hondo, solo quedas Tú. Solo tu Sueño me deja abrir los ojos, solo tu Mirada acaricia mi ser, solo tu Amor me deja sereno, solo en Ti mi debilidad descansa y solo ante Ti la muerte se rinde. Solo Tú, mi roca y mi descanso.
(Javi Montes, SJ)
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