
Lc 2,41-52: Este evangelio nos muestra una escena muy humana: una familia que viaja, que celebra, que pierde a su hijo, que lo busca con angustia y que finalmente lo encuentra. No es una familia idealizada, sino una familia real, que vive tensiones, miedos y aprendizajes.
María y José buscan a Jesús “angustiados”. Esa palabra nos acerca a ellos: también ellos tuvieron noches de incertidumbre, también ellos se preguntaron si estaban haciendo las cosas bien. Y Jesús, al ser encontrado, revela algo que desborda toda lógica humana: su vida está orientada al Padre, y su misión supera incluso los afectos más profundos.
Pero el evangelio termina con un gesto precioso: Jesús vuelve con ellos a Nazaret y sigue creciendo. La familia se convierte en el lugar donde la misión madura, donde la vocación se afina, donde el amor cotidiano se vuelve escuela de Dios.
La Sagrada Familia nos recuerda que la santidad no nace de la perfección, sino de la fidelidad: buscar juntos, escuchar juntos, caminar juntos, incluso cuando no entendemos del todo.
Liturgia del domingo







