
El Rey que salva desde la cruz
En este evangelio, Jesús no aparece rodeado de gloria terrenal, sino clavado en la cruz, objeto de burla y desprecio. Los magistrados, soldados y uno de los malhechores lo retan: “Sálvate a ti mismo”. Pero Jesús no responde con poder, sino con misericordia.
El otro malhechor, en cambio, reconoce su culpa y la inocencia de Jesús. Su súplica —“Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”— revela una fe profunda: ve en el crucificado al verdadero Rey. Y Jesús, en su realeza divina, le responde con una promesa que desborda esperanza: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Este diálogo nos revela que el Reino de Cristo no se impone, se ofrece. No se edifica con fuerza, sino con amor que perdona. Jesús reina desde la cruz porque allí se entrega por nosotros. Su corona es de espinas, su trono es el madero, y su cetro es el perdón.
Liturgia del domingo










