Jesucristo Rey del Universo

Señor Jesús

Mi Fuerza y mi Fracaso
eres Tú. Mi Herencia y mi Pobreza. Tú, mi Justicia, Jesús. Mi Guerra y mi Paz.
¡Mi libre Libertad! Mi Muerte y Vida, Tú, Palabra de mis gritos, Silencio de mi espera, Testigo de mis sueños.
¡Cruz de mi cruz! Causa de mi Amargura, Perdón de mi egoísmo, Crimen de mi proceso, Juez de mi pobre llanto, Razón de mi esperanza, ¡Tú! Mi Tierra Prometida eres Tú…
La Pascua de mi Pascua. ¡Nuestra Gloria por siempre, Señor Jesús!
(Pedro Casaldáliga)

Liturgia del domingo

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Vivamos con esperanza

En mi debilidad

mi miedo, tu seguridad. En mi duda, tu aliento.
En mi egoísmo, tu amor. En mi rencor tu misericordia.
En mi yo, tu nosotros. En mi rendición tu perseverancia.
En mi silencio, tu voz. En mi ansiedad, tu pobreza.
En mi tempestad tu calma. En mi abandono tu insistencia.
En mi dolor, tu alivio. En mi debilidad, tu fuerza.
(José María R. Olaizola, sj)

 

 

Liturgia del domingo

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12 de Noviembre Fiesta del Divino Maestro

 

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El Dios amigo de la vida

Jesús saca su propia conclusión haciendo una afirmación decisiva para nuestra fe: «Dios no es un  Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos». Dios es fuente inagotable de vida. La muerte no le va dejando a Dios sin sus hijos e hijas queridos. Cuando nosotros los lloramos porque los hemos perdido en esta tierra, Dios los contempla llenos de vida porque los ha acogido en su amor de Padre.
Según Jesús, la unión de Dios con sus hijos no puede ser destruida por la muerte. Su amor es más fuerte que nuestra extinción biológica. Por eso, con fe humilde nos atrevemos a invocarlo: «Dios mío, en Ti confío. No quede yo defraudado» (salmo 25,1-2).

 

Liturgia del domingo

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