Señor, auméntanos la fe

FE

Por la fe será distinta la vida.
Por la fe, resistirá la esperanza.
Por la fe, plantaremos cara a lo ingrato, lo vacío, lo absurdo.
Por la fe derribaremos gigantes, devolveremos la vida a los muertos.
Por la fe espantaremos a la soledad y al miedo.
Por la fe abriremos la puerta al extraño.
Por la fe quemaremos las naves para adentrarnos en la tierra nueva donde Tú nos esperas.
El justo vivirá por la fe…
(José María R. Olaizola, sj

FE

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«Tómate tiempo para hacer caridad, es la puerta del cielo»

Guardar la vida

No puedo guardar mi vida en una caja de seguridad, ni en la cuenta secreta de un paraíso fiscal, ni entre paredes vigiladas por cámaras y espejos, ni en el frágil papel de las crónicas de moda, ni en la aprobación social que pronto se evapora.
Yo solamente puedo guardar mi vida en el corazón de los pobres, en los cuencos de los ojos que tantean las aceras, en la inhóspita exclusión de emigrantes sin papeles, en la soledad helada de los que viven entre rejas, en el tedio de los últimos que nadie roba ni codicia.
Porque ahí, en pobres, ciegos, solos, últimos, al entregar mi vida donde se pierde, la estoy guardando en ti, Dios pobre y cercano.
(Benjamín González Buelta

 

Liturgia

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¿Dios o el dinero?

¡No llevéis alforjas!

¡No llevéis alforjas, hinchazón de la piel enferma de codicia colgando de los hombros!
¡No llevéis alforjas! ¡Solo hay que llevar lo que cabe en el pecho, lo disuelto en la sangre que se asoma en los ojos y fecunda los sueños!
¡No llevéis alforjas! Que no estorben para acoger los abrazos, cargar las ovejas perdidas y los nombres amanecidos al final de la noche.
¡No llevéis alforjas! El reino ya está donde lleguéis, y el reino os espera al regreso.
(Benjamín González Buelta sj)

 

Liturgia

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Volver a los brazos de Dios

El vacío interior y el hambre de amor pueden ser los primeros signos de nuestra lejanía de Dios. No es fácil el camino de la libertad. ¿Qué nos falta? ¿Qué podría llenar nuestro corazón? Lo tenemos casi todo, ¿por qué sentimos tanta hambre?
El joven «entró dentro de sí mismo» y, ahondando en su propio vacío, recordó el rostro de su padre asociado a la abundancia de pan: en casa de mi padre «tienen pan» y aquí «yo me muero de hambre». En su interior se despierta el deseo de una libertad nueva junto a su padre. Reconoce su error y toma una decisión: «Me pondré en camino y volveré a mi padre».
¿Nos pondremos en camino hacia Dios nuestro Padre? Muchos lo harían si conocieran a ese Dios que, según la parábola de Jesús, «sale corriendo al encuentro de su hijo, se le echa al cuello y se pone a besarlo efusivamente». Esos abrazos y besos hablan de su amor mejor que todos los libros de teología. Junto a él podríamos encontrar una libertad más digna y dichosa.

 

Liturgia

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