¡Resucito!¡Aleluya!

La losa

Estalló desde dentro la vida. No había losa capaz de resistir la pujanza de un amor inmortal.
La tristeza aún no lo sabía, pero había perdido la batalla.
El dolor alumbró la fiesta. El llanto fue antesala del abrazo jubiloso.
Los mercaderes de odio estaban arruinados.
Dios reía. Y nosotros, empezamos a comprender.
(José María R. Olaizola, sj)

 

 

Liturgia del domingo

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