¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos como él a «humanizar la vida», y vivir así contribuyendo a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia.

Esto quiere decir que los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay indiferencia ante los que sufren. Y esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes.

Seguir así a Jesús trae consigo conflictos, problemas y sufrimiento. Hay que estar dispuestos a cargar con las reacciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano, tal como lo quiere ese Dios encarnado en Jesús. Quieren otra cosa.

 

Liturgia del domingo

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¿Crees esto?

Lázaro

Hay un silencio opresivo, doloroso, vacío, congelado.
Nada se mueve. La vida ha huido, precipitada en su deserción, dejando demasiado por decir.
Tras la losa yace, inerte, un cuerpo derrotado.
Se lamenta, en una quietud ya eterna.
Me venció el tiempo, la fragilidad, mi poca fe.
Me paralizó no ver que el mundo era otra cosa.
Me mató el peso de un ego insaciable.
Me desangré por la herida de los sueños incumplidos.
Entonces, de repente, una voz. Sal afuera. Calor.
¿Qué es esto que siento? ¿Será posible la esperanza?
Sal afuera. Y sabe, en este silencio ahora habitado, que le aguarda la Vida, que unos brazos abiertos
le esperan, para bailar, juntos, sobre los restos de su derrota.
Dios mismo, de nuevo en su horizonte.
Hoy puedes empezar de nuevo.
(José María R. Olaizola, sj)

 

Liturgia del domingo

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