La Iglesia no puede renovarse desde su raíz si no descubre el “tesoro” del reino de Dios. No es lo mismo llamar a los cristianos a colaborar con Dios en su gran proyecto de hacer un mundo más humano, que vivir distraídos en prácticas y costumbres que nos hacen olvidar el verdadero núcleo del Evangelio. El Papa Francisco nos está diciendo que “el reino de Dios nos reclama”. Este grito nos llega desde el corazón mismo del Evangelio. Lo hemos de escuchar. Seguramente, la decisión más importante que hemos de tomar hoy en la Iglesia y en nuestras comunidades cristianas es la de recuperar el proyecto del reino de Dios con alegría y entusiasmo.
A veces, nos faltan las fuerzas. Danos tu fortaleza. A veces, no sabemos qué camino escoger. Danos tu consejo. A veces, abandonamos con facilidad cuidar un corazón orante. Danos tu piedad. A veces, perdidos en el pasado y en el futuro, se nos olvida saborear los regalos que nos das en el momento presente. Danos tu sabiduría. A veces, no entendemos tus cosas y tus caminos. Danos tu entendimiento. A veces, nos perdemos en elucubraciones y teorías, olvidando que la mayor ciencia es amar. Danos tu ciencia. A veces, tememos perder fama, reconocimiento, aplausos. Que nuestro único temor sea perderte a ti, quedarnos sin ti, dejar de seguirte y de darnos a los demás. Danos el don de temor de Dios. Envíanos tu Espíritu para que en todo sepamos amar y servir. (Fermín Negre)
¿Dónde estás? dice el Creador. ¿Dónde está tu hermano? dice el Padre. ¿Quién te liberó? dice el Señor. ¿Dónde están tus acusadores? dice el Pastor. ¿Por qué me persigues? dice el Hermano. ¿Por qué temes? dice el Amigo. Preguntas de Dios en nuestra tierra, como la lluvia que baja del cielo y al cielo sube, preguntas sin final, preguntas eternas en la vida que nos traen, en la muerte que se llevan. Acogidas como la lluvia, ya nos van haciendo eternidad ahora. (Benjamín González Buelta, sj)