Jueves Santo

Humíllate conmigo 

Tú, Jesús humilde, nunca me has dicho: humíllate ante mí, dobla la cabeza, el corazón, la vida, y esparce sobre tu rostro luto y ceniza.
Tú me propones: levanta la mirada, y acoge la dignidad de hijo en toda tu estatura.
Humíllate conmigo y vive en plenitud.
Bajemos juntos a la hondura sin sol de todos los abismos, para transformar los fantasmas en presencia y los espantos en apuesta.
Únete a mi descenso en el vértigo y el gozo de perdernos juntos en el porvenir de todos sin ser un orgulloso inversor
de éxitos seguros.
(Benjamín G. Buelta sj)

 

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Viernes Santo

El milagro de la cruz

Este es Jesús. El crucificado. El resucitado.
El carpintero. El excluido y silenciado. El explotado.
El vendido y entregado. El amigo y compañero. El de los milagros.
El que escandaliza. El que se junta con los pecadores. El que anda con mujeres, sus amigas.
El que celebra la vida. El que lava los pies. El que hace cosas que no entendemos.
El que vive lo que hace. El que abraza. El que tiene miedo.
El que camina sobre el agua. El que sana y sigue andando. El burlado y maltratado.
El que tiene autoridad. El abandonado por los suyos. Rey y pobre.
Sacerdote y víctima. Profeta y Palabra. Este es Jesús.
El Milagro de la Cruz. Amante asesinado. Vida que sangra y riega su Reino.
¡Cuídenlo! Lo mío está cumplido. (Susurra, gritándonos).
(Marcos Alemán, sj)

 

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¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Lo que nos hace cristianos es seguir a Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos como él a «humanizar la vida», y vivir así contribuyendo a que, poco a poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su justicia.

Esto quiere decir que los seguidores de Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay indiferencia ante los que sufren. Y esto exige construir comunidades donde se viva con el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes.

Seguir así a Jesús trae consigo conflictos, problemas y sufrimiento. Hay que estar dispuestos a cargar con las reacciones y resistencias de quienes, por una razón u otra, no buscan un mundo más humano, tal como lo quiere ese Dios encarnado en Jesús. Quieren otra cosa.

 

Liturgia del domingo

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