Detrás de mis planes por encima de mis frustraciones al hondo de mis sueños y deseos tras mi autoimagen exigente y antes que los primeros recuerdos más al centro que mi propio ser estás Tú dándote. Mi primer aliento fue tuyo mi cuerpo tiene las huellas de tus dedos mi primer latido llevaba tu sangre y mi primer deseo es permanecer a tu lado. Y aunque a veces no te siento y hasta llego a dudar que todo fuera mentira, cuando menos lo espero descubro que nunca te has ido.
Acercarte, salvando el abismo entre el infinito y lo limitado. Salir de la eternidad para adentrarte en el tiempo. Hacerte uno de los nuestros para hacernos uno contigo. Y así, de carne y hueso, empezar a mostrarnos en qué consiste la humanidad. Eres el Dios de la cercanía, de los incluidos, de los encontrados, pues para ti nadie se pierde. De los reconciliados, de los equivocados, de los avergonzados, de los heridos, de los sanados. Eres el Señor de los desahuciados, de los agobiados, de los visitados, de los intimidados, de los amenazados, de los desconsolados, de los recordados, pues para ti nadie se olvida. Tan cerca ya, tan con nosotros, Dios. (José María R Olaizola sj
Bendecir es hablar en verdad, es mostrar posibilidades, es desvelar la grandeza oculta en lo sencillo, es reconocer semillas de divinidad que llevamos sembradas en la entraña, y comprender que las palabras a menudo traen el eco de Su voz. Solo hay que aprender a escuchar. Bendecir es quitarse la venda; de los ojos, para ver que la realidad estaba habitada por el Espíritu, y comprender que estamos llenos; de gracia. Es hacer de la vida un campo de juego y no de batalla. Es llamar al otro por el nombre que Dios mismo le dio. (José María R. Olaizola, sj)