Señor, hoy elevo mi corazón en gratitud por tu presencia constante, por cada susurro de esperanza en medio del silencio, y por tu fidelidad que nunca se quiebra, aun cuando mis fuerzas flaquean. Gracias por sostenerme con tu mano firme, por caminar conmigo en los valles y en las cumbres, y por encender en mí una fe que no se apaga, una fe que ve más allá de lo visible y se aferra a tus promesas eternas.
En ti confío, en ti descanso, porque tu amor es mi refugio y tu verdad mi guía. (Crismon)