Aprended de MI

Dios mío,mi corazón es un ancho mar siempre revuelto por las tempestades:
haz que en ti encuentre la paz y el descanso.
Tú que mandaste al viento y al mar que se calmaran, y al oír tu voz se apaciguaron, ven ahora a caminar
sobre las olas de mi corazón para que recobre la paz y la tranquilidad y pueda poseerte como mi único bien,
y contemplarte como la luz de mis ojos, sin confusión ni oscuridad.
Que mi alma, Dios mío, quede libre de los confusos pensamientos de este mundo, se refugie a la sombra de tus alas y encuentre allí
el lugar del consuelo y de la paz.

(San Agustín de Hipona, Meditaciones, 37)

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Hay pan para todos, falta generosidad para compartirlo…

Tomar mi vida para que la conviertas en pan. Tomar mi vida para poder dártela.
Tomar mi vida para repetir aquel gesto tuyo y ponerme a los pies de la humanidad.
Tomar mi vida para devolverte lo que en mí sembraste.

Partirme para no quedar encerrado y aislado. Partirme vaciándome y así poder ser.
Partirme celebrando en memoria tuya. Partirme para que no se haga mi voluntad.
Partirme para desplegarme en tu abundancia.

Repartirme en nuevos sentidos que nunca vi. Repartirme en los demás y descubrirme cada vez más encendido.
Repartirme sin retener ni especular. Repartirme hasta esa tierra donde mana leche y miel.
Camino a Jerusalén y cerca de la otra orilla.

(Marcos Alemán, sj)

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