Disfrutar de la vida, siguiendo sus pasos

La alegría de Jesús es la de quien vive con una confianza limpia y condicional en el Padre. La alegría del que sabe acoger la vida con agradecimiento. La alegría del que ha descubierto que la existencia entera es gracia.

Pero la vida se extingue tristemente en nosotros si la guardamos para nosotros solos, sin acertar a regalarla. La alegría de Jesús no consiste en disfrutar egoístamente de la vida. Es la alegría de quien da vida, y sabe crear las condiciones necesarias para que crezca y se desarrolle de manera cada vez más digna y más sana. He aquí una de las enseñanzas clave del Evangelio. Sólo es feliz quien hace un mundo más feliz. Sólo conoce la alegría quien sabe regalarla. Sólo vive quien hace vivir.

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