Presentación del Señor

Al Señor no se le encuentra virtualmente, sino directamente, descubriéndolo en la vida. De lo contrario, Jesús se convierte en un hermoso recuerdo del pasado. Pero cuando lo acogemos como el Señor de la vida, el centro de todo, el corazón palpitante de todas las cosas, entonces él vive y revive en nosotros. Y nos sucede lo mismo que pasó en el templo: alrededor de él todo se encuentra, la vida se vuelve armoniosa. Con Jesús hallamos el ánimo para seguir adelante y la fuerza para estar firmes.

El encuentro con el Señor es la fuente. Por tanto, es importante volver a las fuentes: retornar con la memoria a los encuentros decisivos que hemos tenido con él, reavivar el primer amor, tal vez escribir nuestra historia de amor con el Señor. Le hará bien a nuestra vida, para que no se convierta en un tiempo que pasa, sino que sea tiempo de encuentro.

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Y dejándolo todo le siguieron…

Llamada a la amistad

Señor, Tú me llamas por mi nombre tu evangelio no es un ideal por el que luchar sino una amistad que Tú deseas.
Me nombras y me pides que te siga. Siento cómo la ilusión y los miedos me invaden estoy tentado de mirar a otro lado pero sé que todo sería vacío
Miro mis redes, mis ocupaciones, mis trabajos.
Pero al pensar en seguirte y estar contigo todo se me cae de las manos.
Deseo dejarlo todo y caminar contigo no sé dónde iremos o con quién nos encontraremos pero estaré contigo y eso me basta.
(Javi Montes, sj)

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Ser luz…

Así como está, así como aparece

Es sombra llena de luz.
Música sin instrumentos, silencio lleno de diálogos y rostros.
Amor hecho beso y abrazo pero suelto.
Nunca es respuesta y las mismas preguntas caen, vuelan.
Comunión hasta las lágrimas de lo que no se puede contener.
Nos pide optar por él así como esta?, así como aparece.
Es tierra, persona y unidad. Es mar, lluvia y esperanza.
Es fuego, vida y amor.
Solo quiere que lo respiremos y hacernos parte de él.
Ser otra cara del mismo misterio.
Así mientras lo seguimos buscando, soñando con tenerlo más cerca;
casi sin darnos cuenta nos transformamos en invitación.
Valiente invitación para quedar con los ojos abiertos, dejando que nos lleve de la mano.
(Marcos Alemán, sj)

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