Los más desvalidos ante el mal

Coloquio con Jesús Señor

Jesús, tú vienes con autoridad, no la que nace de la violencia, sino la que emana de la paz.
Jesús, tú nos haces libres del mal, no imponiendo tu propio proyecto, sino con una invitación a amar. Jesús, tú nos invitas a seguirte, no imponiendo o amenazando, sino con una llamada a la libertad.
Jesús, te reconozco como Señor en mi vida. Libérame de los espíritus que me deshumanizan.
(Javi Montes, sj)

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Aquí estoy, envíame

Caminaré


Caminaré siempre en tu presencia por el camino de la vida.
Te entrego, Señor, mi vida, hazla fecunda. Te entrego mi voluntad, hazla idéntica a la tuya. Caminaré a pie descalzo, con el único gozo de saber que eres mi tesoro.

Toma mis manos, hazlas acogedoras. Toma mi corazón, hazlo ardiente.
Toma mis pies, hazlos incansables. Toma mis ojos, hazlos transparentes.
Toma mis horas grises, hazlas novedad.

Hazte compañero inseparable de mis caídas y tribulaciones.
Y enséñame a gozar en el camino de las pequeñas cosas que me regalas,
sabiendo siempre ir más allá sin quedarme en las cunetas de los caminos.

Toma mis cansancios, hazlos tuyos. Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad. Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza. Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras. Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados, toma mis faltas de amor, mis eternas omisiones,
mis permanentes desilusiones, mis horas de amarguras.

Camina, Señor, conmigo; Acércate a mis pisadas. Hazme nuevo en la donación, alegría en la entrega gozo desbordante al dar la vida, al gastarse en tu servicio.

Amén.

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Venid y veréis…

Cómo crece el fruto tras la espera paciente.
Veréis al hombre duro arrojar la piedra al suelo, y volver a casa en paz.
Percibiréis los milagros que ocurren en torno, cuando vuelve la risa y se disipa el miedo, cuando se sueltan las losas que nos oprimen y se rompen las cadenas que nos impiden volar.
Venid, y acoged una palabra que ha de fecundar la historia. Venid conmigo, y con tantos otros a compartir la mesa de todos.

¡No quiero engañaros! Nos zarandearán las olas, nos acusará el incrédulo y en la cruz del desamor encontraremos a los  más rotos del mundo.
No será fácil. Pero venid conmigo,  y veréis la cruz vacía cuando la Vida entone su melodía definitiva.

(José María R. Olaizola, sj)

 

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