“No basta con saber dónde nació Jesús, como los escribas, si no llegamos a ese lugar. No basta saber que Jesús nació, como Herodes, si no lo encontramos. Cuando su dónde se convierte en nuestro dónde, su cuándo en nuestro cuándo, su persona en nuestra vida, entonces las profecías se cumplen en nosotros. Entonces Jesús nace dentro de mí y se convierte en un Dios vivo para mí. Hoy estamos invitados a imitar a los Reyes Magos. No discuten, sino que caminan; no se quedan a mirar, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el centro, sino que se inclinan ante Él, que es el centro; no se fijan en sus propios planes, sino que están dispuestos a tomar otros caminos”
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Bendito seas, hombre o mujer, de toda lengua y nación, de cualquier era, habitante de la tierra y del tiempo. Dios susurra tu nombre desde la eternidad, un nombre único y distinto, cambiante con las edades, con la vida, con la historia. Ese nombre es bendición. Y es, a veces, caricia. Es llamada, es, incluso, el reproche de quien se fía de ti y sabe que puedes dar más, amar más, volar más. Bendito seas, al descubrir la hermosura única con que el primer artista trazó tus rasgos. Al encontrar en tu palabra el eco de su Voz. Al reconocer la grandeza, en la semilla plantada en ti. Al romper tu coraza y abrazar el mundo.
En el comienzo de este nuevo año, junto a María, madre de Dios y madre de la Iglesia, te ofrezco lo que soy para que, como en ella, mi vida sirva a esta historia de amor con la humanidad que quieres tejer con nosotros, desde siempre y para siempre. Que así sea.
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