Conducido al desierto
Tierna fidelidad es lo que nos propones a cada uno de nosotros mientras en la fila esperas que te volvamos a bautizar.
Al pretender negarnos, sólo nos miras para volver a lavarnos los pies.
¿A dónde nos quieres llevar? ¿Qué nos quieres mostrar? ¿Por qué conviene que así suceda?
En los desiertos te vas dejando moldear buscando el último lugar entre los últimos para gritar en silencio y mostrarnos: «el Camino, la Verdad y la Vida». Un hijo atento a los deseos del Padre.
Se quiebra el cielo para que el Reino entre en la historia. Soplo de vida lanzado al viento y de nuevo conducido al desierto para ser tentado.
(Marcos Alemán, sj)