Venid y veréis…

Cómo crece el fruto tras la espera paciente.
Veréis al hombre duro arrojar la piedra al suelo, y volver a casa en paz.
Percibiréis los milagros que ocurren en torno, cuando vuelve la risa y se disipa el miedo, cuando se sueltan las losas que nos oprimen y se rompen las cadenas que nos impiden volar.
Venid, y acoged una palabra que ha de fecundar la historia. Venid conmigo, y con tantos otros a compartir la mesa de todos.

¡No quiero engañaros! Nos zarandearán las olas, nos acusará el incrédulo y en la cruz del desamor encontraremos a los  más rotos del mundo.
No será fácil. Pero venid conmigo,  y veréis la cruz vacía cuando la Vida entone su melodía definitiva.

(José María R. Olaizola, sj)

 

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