¿QUÉ SIGNIFICA HOY DAR A DIOS LO QUE ES DE DIOS?

¿A qué paso caminar?
¿A qué paso caminar?


Una vez que se han tomado
las precauciones necesarias
para salvaguardar el equilibrio, hay que darse sin medirse, para obtener el máximo de eficacia, para suprimir en la medida de lo posible las causas del dolor humano.
Se trabaja casi al límite de sus fuerzas, pero se encuentra, en la totalidad de su donación y en la intensidad de su esfuerzo, una energía como inagotable.
Los que se dan a medias están pronto gastados, cualquier esfuerzo los cansa.
Los que se han dado del todo, se mantienen en la línea
bajo el impulso de su vitalidad profunda.
El hombre generoso tiende a marchar demasiado aprisa:
querría instaurar el bien y pulverizar la injusticia […].
Místicamente se trata de caminar al paso de Dios, de tomar su sitio justo en el plan de Dios.
(san Alberto Hurtado)

 

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Venid a mi fiesta

Despojarme de todo
Sé que la condición de seguirte
es dejarlo todo.
«El que no deje todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo».
Siento que me dices que me despoje de todo y que confíe en Ti.
Me pides que me lance a tu Providencia con los ojos cerrados y que todo lo demás se me dará por añadidura, incluso la verdadera eficacia de nuestro apostolado.
Que tú eres la gran seguridad, el gran ‘seguro’ del ‘inseguro’.
Ese salto en el vacío oscuro de la fe es muy difícil y supone confianza ciega.
(Pedro Arrupe -fragmento-)

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¿Qué estás dispuesto a hacer por ÉL?

El reino de Dios no es de la Iglesia. No pertenece a la Jerarquía. No es propiedad de estos teólogos o de aquellos. Nadie se ha de sentir propietario de su verdad ni de su espíritu. El reino de Dios está en «el pueblo que produce sus frutos» de justicia, compasión y defensa de los últimos.

La mayor tragedia que puede sucederle al cristianismo de hoy y de siempre es que mate la voz de los profetas, que los sacerdotes se sientan dueños de la «viña del Señor» y que, entre todos, echemos al Hijo «fuera», ahogando su Espíritu. Si la Iglesia no responde a las esperanzas que ha puesto en ella su Señor, Dios abrirá nuevos caminos de salvación en pueblos que produzcan frutos.

La mayor tragedia que puede sucederle al cristianismo de hoy y de siempre es que mate la voz de los profetas, que los sacerdotes se sientan dueños de la «viña del Señor» y que, entre todos, echemos al Hijo «fuera», ahogando su Espíritu. Si la Iglesia no responde a las esperanzas que ha puesto en ella su Señor, Dios abrirá nuevos caminos de salvación en pueblos que produzcan frutos.

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