
Lc 1,26-38 nos invita en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción a contemplar la fe y disponibilidad de María, quien responde con un “sí” confiado al plan de Dios, recordándonos que nada es imposible para Él.
- El saludo del ángel Gabriel: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28) revela la plenitud de gracia en María, fundamento del dogma de la Inmaculada Concepción: preservada del pecado original para ser morada digna del Hijo de Dios.
- La respuesta de María: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho” (Lc 1,38). Su disponibilidad total es un acto de confianza radical en Dios, incluso ante lo humanamente imposible. La enseñanza para nosotros: La Inmaculada Concepción nos recuerda que Dios prepara con amor los caminos de la salvación. María es modelo de fe y obediencia, y su “sí” nos invita a abrirnos a la acción del Espíritu Santo en nuestra vida.
- Un signo de esperanza: En un mundo que a veces parece hostil a la revelación, la figura de María nos asegura que Dios sigue actuando y que su gracia puede transformar lo imposible
Esta solemnidad es también una invitación a renovar nuestra confianza en Dios y a vivir con la certeza de que su gracia nos sostiene en cada paso.







