
El evangelio nos presenta a Juan el Bautista como voz que clama en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Este pasaje nos invita a tres actitudes fundamentales en el Adviento:
- Conversión auténtica: Juan no se conforma con palabras o apariencias. Pide frutos concretos de conversión. El Adviento es tiempo de revisar nuestra vida y dejar que Dios transforme lo que está seco o estancado.
- Esperanza activa: El anuncio del Reino cercano nos recuerda que Dios viene con fuerza y misericordia. No es un futuro lejano, sino una presencia que ya se acerca.
- Humildad y apertura: Juan reconoce que él bautiza con agua, pero el que viene detrás —Cristo— bautizará con Espíritu Santo y fuego. Nos enseña a no quedarnos en lo superficial, sino abrirnos al poder transformador del Espíritu.
El Segundo Domingo de Adviento nos coloca en actitud de espera vigilante y de preparación interior. No se trata solo de adornar la casa para la Navidad, sino de preparar el corazón para que Cristo encuentre un espacio limpio y dispuesto.
Liturgia del domingo







