La Cruz como Puerta de Vida

Jesús habla con Nicodemo y le revela un misterio profundo: así como Moisés elevó la serpiente en el desierto para sanar al pueblo, así también el Hijo del Hombre debe ser elevado. Esta “elevación” es la cruz, pero también es la glorificación. En ella, Dios no castiga, sino que salva.

  • La cruz no es derrota, sino medicina: como la serpiente de bronce, la cruz se convierte en signo de sanación para quienes la miran con fe.
  • El amor que salva: “Tanto amó Dios al mundo…” no es una frase cualquiera. Es el fundamento de nuestra esperanza. Dios no nos condena, nos busca para salvarnos.
  • Creer para vivir: la fe en Jesús crucificado no es solo adhesión intelectual, sino encuentro con el amor que transforma y da vida eterna.

Este texto nos invita a mirar la cruz no con temor, sino con gratitud. Es el lugar donde Dios se abaja para levantarnos.

Liturgia del domingo

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