Yo te pido: convierte en pan las piedras para acabar con el hambre de tantos. Y tú me contestas: Te he dado el mundo para sembrar mi justicia. Yo te tiento: Quiero que pruebes tu presencia, para vencer a los escépticos. Y tú me respondes: Que hable de mí tu amor. Yo te planteo: Quiero atesorar riquezas para construir tu Reino. Y tú me dices: Estoy en tus manos desnudas. Semillas de justicia, amor en las obras y manos vacías. He ahí tu camino. No me dejes caer en la tentación de los atajos. (José María R. Olaizola, sj)