Tu cruz, mi vuelo
En tu cruz, Señor, solo hay dos palos, el que apunta como una flecha al cielo y el que acuesta tus brazos. No hay cruz sin ellos y no hay vuelo. Sin ellos no hay abrazo.
Abrazar y volar, ansias del hombre en celo.
Abrazar esta tierra y llevármela dentro.
Enséñame a ser tu abrazo. Y tu pecho.
A ser regazo tuyo y camino hacia Ti de regreso.
Pero no camino mío, sino con muchos dentro.
Dime cómo se ama hasta el extremo.
Y convierte en ave la cruz que ya llevo.
¡O que me lleva! porque ya estoy en vuelo.
(Ignacio Iglesias, sj)
Domingo XXIV T.O B