Dios con nosotros

Jesús sube a los cielos

La última alegría fue quedarte marchándote.
Tu subida a los cielos fue ganancia, no pérdida: fue bajar a la entraña, no evadirte.
Al perderte en las nubes te vas sin alejarte, asciendes y te quedas, subes para llevarnos, señalas un camino, abres un surco.
Tu ascensión a los cielos es la última prueba de que estamos salvados, de que estás en nosotros por siempre y para siempre.
Desde aquel día la tierra no es un sepulcro hueco, sino un horno encendido: no una casa vacía, sino un corro de manos: no una larga nostalgia, sino un amor creciente.
Te quedaste en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa, en todo corazón que ama y espera, en estas vidas nuestras que cada día ascienden a tu lado.

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