Deja entrar a Dios en tu vida

Das la vi daen el esfuerzo diario,por alcanzarnosrefugio, seguridad,alimento.
A menudo,cegados por los rayos de la tormenta,y ensordecidospor el fragor de los truenos,nos desorientamos,hasta acabar
en parajes inhóspitos,donde lobos hambrientospelearán por los despojosde cada historiaque pudo ser tantoy se queda en nada.

Pero tú no desistes,sales a buscarme,te adentraspor la tierra agreste,plantas cara a las fierasy repites,con voz familiary cercana,mi nombre para llevarme,al fin, a la vida prometidadonde el presente es encuentro,y el futuro eternidad.

(José María R. Olaizola, sj)

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