Ser rico ante Dios implica vivir con gratitud

“Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios”. Ser rico ante Dios implica vivir con gratitud, compartir con los demás, y tener el corazón abierto a lo eterno. Es una invitación a revisar nuestras prioridades y a preguntarnos: ¿Qué tesoros estoy acumulando?

Este Evangelio nos interpela a todos. ¿Dónde está puesta nuestra seguridad? ¿En lo que tenemos o en lo que somos ante Dios? En tiempos de incertidumbre, esta parábola nos recuerda que lo único verdaderamente seguro es el amor de Dios y la riqueza que nace de vivir en comunión con Él y con los demás.

 

Liturgia del domingo

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El Buen Samaritano

No es automático que quien frecuenta la casa de Dios y conoce su misericordia  no sepa amar al prójimo. ¡No es automático! Tú puedes conocer toda la Biblia, tú puedes conocer todas las normas litúrgicas, tú puedes conocer toda la teología, pero del conocer no es automático el amar: el amar tiene otro camino. Con inteligencia, pero con algo más… El sacerdote y el levita ven, pero ignoran; miran, pero no proveen. Ni siquiera existe un verdadero culto si ello no se traduce en servicio al prójimo. No lo olvidemos: ante el sufrimiento de tanta gente agotada por el hambre, por la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores. ¡Ignorar el sufrimiento del hombre, ¿Qué cosa significa? Significa ignorar a Dios! Si yo no me acerco a aquel hombre, a aquella mujer, a aquel niño, a aquel anciano o aquella anciana que sufre, no me acerco a Dios.

El samaritano, es decir, aquel despreciado, aquel sobre quien nadie habría apostado nada, y que de todos modos también él tenía sus deberes y sus cosas por hacer, cuando vio al hombre herido, no pasó de largo como los otros dos, que estaban relacionados con el Templo, sino «lo vio y se conmovió». Así dice el Evangelio: «Tuvo compasión», es decir, ¡el corazón, las vísceras, se han conmovido! Esta ahí la diferencia. Los otros dos «vieron», pero sus corazones permanecieron cerrados, fríos. En cambio, el corazón del samaritano era sintonizado con el corazón de Dios. De hecho, la «compasión» es una característica esencial de la misericordia de Dios.

 

Liturgia del domingo

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La mies es mucha…

Los «obreros» de los que habla Jesús son los misioneros del Reino de Dios. Su tarea es anunciar un mensaje de salvación dirigido a todos. …No sólo lo hacen los misioneros que van a tierras lejanas, sino también nosotros, misioneros cristianos que decimos una palabra buena de salvación. …Jesús ha «acercado» a Dios a nosotros; en Jesús, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana. 
Ésta es la Buena Noticia que los «obreros» deben llevar a todos: un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad. Jesús, cuando envía a sus discípulos para que lo precedan en las aldeas, les recomienda: «Digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!»… «Curen a sus enfermos».
Todo ello quiere decir que el Reino de Dios se construye día a día y ofrece ya en esta tierra sus frutos de conversión, de purificación, de amor y de consolación entre los hombres. Construir día tras día este Reino de Dios que se va haciendo. No destruir, construir. El discípulo  deberá tener conciencia de la realidad difícil y a veces hostil que le espera. «Yo los envío como a ovejas en medio de lobos». La hostilidad que está desde siempre, desde el comienzo de las persecuciones de los cristianos, porque Jesús sabe que la misión está obstaculizada por la obra del maligno.
Liturgia del domingo

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Solemnidad de San Pedro y San Pablo

¿QUIEN ES PARA NOSOTROS?

No es fácil intentar responder con sinceridad a la pregunta de Jesús: «quién decís que soy yo?». En realidad, ¿Quién es Jesús para nosotros? Su persona nos llega a través de veinte siglos de imágenes, fórmulas, ideologizaciones, experiencias, interpretaciones culturales.., que van desvelando y velando al mismo tiempo su riqueza insondable. Pero, además, cada uno de nosotros vamos revistiendo a Jesús de lo que nosotros somos. Y proyectamos en él nuestros deseos, aspiraciones, intereses y limitaciones. Y casi sin darnos cuenta, lo empequeñecemos y desfiguramos incluso cuando tratamos  de exaltarlo. Pero Jesús sigue vivo. Los cristianos no lo hemos podido disecar con nuestra mediocridad. No permite que lo disfracemos. No se deja etiquetar ni reducir a unos ritos, unas fórmulas, unas costumbres. Jesús siempre desconcierta a quien se acerca a él con una postura abierta y sincera. Siempre es distinto de lo que esperábamos. Siempre abre nuevas brechas en nuestra vida, rompe nuestros esquemas y nos empuja a una vida nueva.

Liturgia del domingo

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