Tomad y comed, que esto es mi cuerpo, curtido por el sol de los caminos, forjado en el encuentro cotidiano con quien no tiene sitio en otras mesas. Cuerpo que habla con caricias sanadoras, con miradas benévolas y una mano extendida hacia quien la necesite. Tomad y bebed la vida a borbotones, el amor generoso la justicia inmortal, hasta que no haya más sed en las gargantas resecas. Bebed, apurad hasta el fondo el cáliz de la vida dispuesta a servir, que la sangre derramada será semilla de esperanza para quien hoy llora. Y después, haced vosotros lo mismo.
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«Haced esto en memoria mía». Compartid el pan, el vino y la palabra. Cuando el fracaso parezca desmembrarlo todo, cada persona, cada grupo, como cuatro caballos al galope tirando del vencido hacia los cuatro puntos cardinales, cuando el hastío vaya plegando cada vida aislada sobre sí misma, contra su propio rincón, pegadas las espaldas contra muros enmohecidos, cuando el rodar de los días arrastrando confusión, estrépito y consignas, impida escuchar el susurro de la ternura y el pasar de la caricia, cuando la dicha te encuentre y quiera trancar tu puerta sobre ti mismo, como se cierra en secreto una caja fuerte, cuando estalle la fiesta común porque cayó una reja que apresaba la aurora, amanece más justicia, y la solidaridad crece, reuníos y escuchad, compartid el pan, compartid el vino, dejad brotar la dicha común y sustancial, el futuro escondido en este recuerdo mío inagotablemente vivo. Benjamín González Buelta, sj
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Nos empeñamos en apropiarnos de todo y nos quedamos solo con la frustración. Queremos programar cada instante pero la vida se nos escapa de las manos. Nos gustaría conocerlo todo y nos descubrimos los más ignorantes. Soñamos con triunfar en cada proyecto pero el fracaso nos devuelve a nuestro sitio. Lo tuyo es dar, darte, sin calcular. Lo nuestro es recibir, acoger, sin preguntar.
Solo me conozco al mirarme en Ti. Eres el manantial del que todo brota, donde veo la primera luz y empiezo a correr. Eres el mar, donde todo acaba hacia allá me dirijo, en Ti quiero descansar. (Javi Montes, sj)
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Tu amor y tu gracia me bastan… Lo vengo rezando junto con Ignacio hace mucho tiempo. Pero no termino de vivirlo, no termino de creerlo, no termino de decirlo, por eso, no dejo mi vida en tus manos como si en las mías estuviera más segura. Sigo creyendo que en el algún momento me vas a dejar solo y así provoco lo que quiero evitar. No me dejo llevar por Tú, pero tú me sigues aceptando. Tocas mi corazón desde donde yo te dejo que lo hagas, pero nunca dejo que me tomes por entero. No te pido que me des tu amor y tu gracia, porque a diario y desde siempre lo haces. Te pido que me enseñes a abrirte mis manos, a abrirte mi corazón, a abrirte mi vida, y con ella, toda mi libertad, toda mi memoria, todo mi entendimiento. Vos me los diste y no me los quitas. Quiero aprender a darte mi vida, a entregarme, como Tú entregas la tuya.
(Marcos Alemán, sj)
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