Transfiguración
Debajo de la piel, muy dentro, en lo profundo, arde un fuego poderoso.
La fuerza de un Dios late, discreta, en el pozo de los anhelos y los sueños.
A veces asoma, y es palabra humilde, caricia, gesto de amor, mirada humana, alegre bullicio, silencio reconciliado.
Brillan más los ojos, un fulgor distinto colorea el rostro, se entonan
melodías vivaces, ese canturreo crece, contagia a muchos, y por un instante de comunión nace un clamor de júbilo.
Se está bien aquí. Menos uno, y más nosotros.
Luego se impone la vida con sus rutinas. Pero sabemos que debajo de la piel, muy dentro, en lo profundo,late Dios.
(José María R. Olaizola, SJ)
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