Escuchar su voz, seguir sus pasos…

Cuando me llamas por mi nombre, ninguna otra criatura vuelve hacia ti su rostro en todo el universo…
Cuando te llamo por tu nombre, no confundes mi acento con ninguna otra criatura en todo el universo.

Es importante sentirnos llamados por Jesús “por nuestro nombre”. Dejarnos atraer por él personalmente. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
Es decisivo “seguir“ a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona. Inspirarnos en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y responsabilidad.
Es vital caminar teniendo a Jesús “delante de nosotros”. No hacer el recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.

Continuar leyendo

Enlace permanente a este artículo: https://www.divinomaestro.com/?p=4538

Escuchando fracasos – 3º Domingo de Pascua, Ciclo A

Enlace permanente a este artículo: https://www.divinomaestro.com/?p=4533

«Quédate con nosotros»

El relato de los discípulos

Íbamos de camino. Tristes, derrotados. La memoria alternaba entre la nostalgia y la tristeza. Pensábamos en los días radiantes, en los años pasados en los caminos con Jesús, en sus palabras, ahora muertas… y sacudíamos la cabeza, apenados. Se nos ponía un nudo en la garganta y teníamos que guardar silencio durante un rato. Ya nada. Entonces se nos juntó un compañero de camino, más alegre, más esperanzado, y dijo que no sabía nada de todo aquello. Le miramos sorprendidos: “¿eres tú el único que no se ha enterado?” Y él se rio, y dijo: “quizás sois vosotros los que no termináis de enteraros”. Y nos contó nuestra historia. Donde veíamos nostalgia, él veía esperanza. Donde veíamos conflicto, él veía profecía. Donde veíamos derrota, él veía amor. Y donde veíamos rendición, él cantaba victoria. No le dejamos seguir de largo, al llegar a casa. Le invitamos a cenar y pasar la noche con nosotros. Lo hacíamos por él, pero también por nosotros, que sentíamos algo así como una chispa de ilusión nueva. Entonces, al empezar a comer, partió el pan. Como en la cena de Jerusalén. Y nos lo dio con idéntica ternura. Y nos dimos cuenta de que era verdad. Ardía el corazón, y le vimos. Era distinto, pero era él mismo. Y después, ya no estaba.  Pero seguía, con nosotros, para siempre.

Continuar leyendo

Enlace permanente a este artículo: https://www.divinomaestro.com/?p=4527