Sigues aquí
Curiosa forma de quedarte, Señor,
sin imponer tu presencia, sin apagar la sed, sin convertir la fe en evidencia.
Y curiosa forma de irte sin atarnos a la ausencia, sin dejarnos solos, sin forjar tristezas.
Y así, de ese modo, ausencia y presencia siembran en nosotros hambre de respuestas.
Y eres espíritu, aliento, fuerza.
Eres la palabra que a veces aquieta y a veces golpea.
Eres el silencio poblado de historias,
eres la justicia que llama a la puerta, eres un profeta pidiendo justicia, eres el soldado sin arma ni guerra.
Por eso te fuiste, y así te nos quedas. (José María R. Olaizola, SJ)