Yo soy tu pastor, nada te falta. En verdes praderas te hago recostar. Te conduzco hacia fuentes tranquilas y reparo tus fuerzas. Te guío por el sendero justo por el honor de mi nombre. Aunque camines por cañadas oscuras, no temas nada, porque yo voy contigo, mi vara y mi cayado te traen el sosiego. Preparo una mesa ante ti, enfrente de tus enemigos. Te unjo la cabeza con perfume, hasta que tu copa rebose. Mi bondad y mi misericordia te acompañan todos los días de tu vida, y habitarás en mi casa por años sin término.