«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí»

Confianza en el Señor

El que pone su seguridad en el cumplimiento de las leyes, se ha entregado a un amo frío e impersonal que sanciona nuestra complejidad como un golpe de cuchillo.
El que pone su valía en la opinión ajena, se ha entregado a muchos amos externos a sí mismo, que lo ensalzan o lo condenan a su antojo.
El que pone su autoestima en alcanzar las metas trazadas por sí mismo, se confía a fuerzas oscuras que nos mueven desde las propias sombras.
El que pone su confianza en el Señor, se ha entregado al misterio personal, que nos acoge en nuestra complejidad tan ambigua, nos aprecia con un amor inmune a la decepción, nos libera de nuestro yo oscuro al ofrecernos crear su designio, y nos integra, rotos por los límites, en la comunión de su abrazo infinito.

(Benjamín González Buelta, sj)

 

Domingo XXI -B

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