La ceguera como camino hacia Jesús

Para el ciego de nacimiento, la ceguera no fue un obstáculo. Tampoco fue una fuente de resignación. Mucho menos fue un impedimento para creer. Su ceguera atrajo la mirada de Jesús. Algo en su corazón lo hizo confiar en Aquel a quien no veía. “El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía” (Jn 9,7).
Jesús realiza un signo que cambiará radicalmente la vida del hombre ciego. Todo signo en el contexto joánico tiene una función reveladora y pedagógica. Jesús se revela como “luz del mundo” (cf. Jn 9,5), una luz que ayuda a ver, mirar y contemplar como lo hace Dios: en clave esperanza y en clave de reconciliación. La pedagogía de la verdad implicará, en términos paulinos, “vivir como hijos de la luz”, lo cual se traducirá en una búsqueda de “la bondad, la justicia y la verdad”
La fe ayuda a ver más allá de lo evidente, de lo inmediato y de lo superficial. La fe ilumina la inteligencia y los sentidos para descubrir y reconocer lo bueno, lo bello y lo verdadero que hay en las personas y en los acontecimientos. La fe le permite al ciego de nacimiento reconocer que Jesús viene de Dios y puede realizar sus obras. Pero también le permite, junto con la capacidad biológica de ver, contemplar el rostro de Jesús y confesar: “Creo, Señor” (cf. Jn 9,38)

Enlace permanente a este artículo: https://www.divinomaestro.com/?p=5916