Encender una fe gastada

Me esperas cada día. Siempre vienes, no cesas de llegar desde el silencio hasta el sol de mi  puerta. Tiras piedras suaves y pequeñas, transparentes al cristal de mi cuarto y de mis ojos. No descorro mi voz. No me doy cuenta de que Tú estás ahí, que esta hora es otra vez tu cita. No distingo tu llamada. Mañana, esta siesta, este ocaso, en esta noche también vendrás, Tú nunca dejarás de llegar. Hasta que un día saldré por fin, lo sabes, y en tus manos pondré cuanto me esperas y me diste.

Enlace permanente a este artículo: https://www.divinomaestro.com/?p=4850