Y entre tanto susurro, brisa y beso, mándanos una ráfaga de viento recio que logre despertarnos, o un huracán que derrumbe nuestros muros y consiga inquietarnos, pues somos muy dados a acostumbrarnos, a aclimatarnos, a asentarnos, a encasillarte en nuestras percepciones, gustos y necesidades.
Ponnos en aprieto, desmonta nuestras justificaciones, sácanos a campo abierto, y no dejes que te manipulemos.
Mándanos una ráfaga de viento o un huracán, si es preciso, para que nuestro cuerpo y espíritu se dejen llenar y guiar por tus impulsos y sueños.
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