Señor, Tú me llamas por mi nombre tu evangelio no es un ideal por el que luchar sino una amistad que Tú deseas. Me nombras y me pides que te siga. Siento cómo la ilusión y los miedos me invaden estoy tentado de mirar a otro lado pero sé que todo sería vacío Miro mis redes, mis ocupaciones, mis trabajos. Pero al pensar en seguirte y estar contigo todo se me cae de las manos. Deseo dejarlo todo y caminar contigo no sé dónde iremos o con quién nos encontraremos pero estaré contigo y eso me basta. (Javi Montes, SJ)
¡Señor Jesús! Mi fuerza y mi fracaso eres Tú. Mi herencia y mi pobreza. Tú, mi justicia, Jesús. Mi guerra y mi paz. ¡Mi libre libertad! Mi muerte y vida, Tú, palabra de mis gritos, silencio de mi espera, testigo de mis sueños. ¡Cruz de mi cruz! Causa de mi amargura, perdón de mi egoísmo, crimen de mi proceso, juez de mi pobre llanto, razón de mi esperanza, ¡Tú! Mi Tierra prometida eres Tú. La pascua de mi pascua. ¡Nuestra gloria por siempre, Señor Jesús! (Pedro Casaldáliga)
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. (Salmo 23[22]
Podemos estrechar miles de manos, y quedar solos, llenos de sensaciones en el borde de la piel. Una sola mano, y sentir en ella el calor del absoluto. Podemos recorrer muchos caminos, y quedar sin futuro llenos de metros en la planta de los pies. Podemos dar un solo paso, y anticipar en él el gozo de la meta. Podemos mirar muchos paisajes, y quedar vacíos llenos de imágenes en la superficie del color. Podemos contemplar un solo horizonte, y ver asomarse en él la plenitud del infinito. (Benjamín G. Buelta, SJ)