Por ti… Por mi…

 

Tu cruz, mi vuelo

En tu cruz, Señor, solo hay dos palos, el que apunta como una flecha al cielo y el que acuesta tus brazos.
No hay cruz sin ellos y no hay vuelo. Sin ellos no hay abrazo. Abrazar y volar, ansias del hombre en celo.
Abrazar esta tierra y llevármela dentro.
Enséñame a ser tu abrazo. Y tu pecho. A ser regazo tuyo y camino hacia Ti de regreso.
Pero no camino mío, sino con muchos dentro. Dime cómo se ama hasta el extremo.
Y convierte en ave la cruz que ya llevo. ¡O que me lleva! porque ya estoy en vuelo.
(Ignacio Iglesias, SJ)

 

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Amaos unos a otros, como yo os he amado

Señor Jesús, quiero ir a morir contigo

No me dejes aquí encerrado en mi mundo estrecho, en mis intereses pequeños.
Quiero amar hasta el extremo, gastar mi vida haciendo comunidad y sirviendo a los demás.
Señor Jesús, en este Jueves Santo danos agua para lavar otros pies, danos pan para alimentar a los hambrientos, danos Eucaristía para nuestro cansancio, danos sacerdotes para que celebremos juntos, danos religiosas para que caminemos acompañados, danos laicos comprometidos y jóvenes generosos para un mundo necesitado.
Señor Jesús, queremos morir contigo, tu Muerte y tu Resurrección nos sostienen. Amén

 

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Domingo de Ramos

Jesús de Nazaret

Cómo dejarte ser solo Tú mismo, sin reducirte, sin manipularte?
¿Cómo, creyendo en Ti, no proclamarte igual, mayor, mejor que el Cristianismo?
Cosechador de riesgos y de dudas, debelador de todos los poderes, tu carne y Tu verdad en cruz, desnudas, contradicción y paz, ¡eres quien eres!
Jesús de Nazaret, hijo y hermano, viviente en Dios y pan en nuestra mano, camino y compañero de jornada, libertador total de nuestras vidas que vienes, junto al mar, con la alborada, las brasas y las llagas encendidas.
(Pedro Casaldáliga)

 

Liturgia del domingo

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Danos un corazón grande y misericordioso

La primera piedra

«El que esté libre de pecado que tire la primera piedra».
Poco más hay que decir. El milagro es que te escuchen. Que comprendan tus palabras. Que dejen caer al suelo
cada pedazo de roca y decidan no avanzar por la calle de la furia. El milagro es que, al oírte se descubran, reflejados en esa mujer que llora por todo lo que se ha roto en su vida y en su historia. Inesperada victoria de una humildad renacida.
Tentación es, en la vida, destrozarnos a pedradas. Es complicado mirarse y reconocer las sombras.
Solo cuando tú las nombras algo se mueve por dentro. Es más fácil arrojarnos piedras, insultos, lamentos.
Escondernos tras fachadas de perfección aparente. Pero tú insistes, paciente. «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra». (José María R. Olaizola, SJ)

 

Liturgia del domingo

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