En el Evangelio de hoy encontramos a varios que: «sí, pero espera un poco», «es que antes tengo que…» Maneras de vivir que no le interesan a Jesús, no son compatibles con su camino. Cuando Jesús llama y ofrece su camino, pide con claridad:
♠ Romper con el pasado
♠ Lanzarse adelante, hacia la meta, sin andar pendientes de lo que se queda atrás
♠ Disponibilidad para vivir en la inseguridad
«Estamos llamados a la libertad». No podemos vivir a golpe de deseos (de lo que me apetece), de satisfacciones inmediatas («vive el presente como puedas y no te comas la cabeza»), de «devorarnos» unos a otros para defender lo nuestro, sin metas, sin sueños.
Los que prefieren andar arando al remolque de la publicidad, de lo que dicen en las tertulias, de lo que han leído por cualquier sitio, o les ha contado no se quién, (o les ha llegado por WhatsApp); los que encuentran mil excusas y razones muy razonables para no lanzarse al camino con Jesús… ¡NO VALEN PARA EL REINO DE DIOS!.
Comulgamos para que crezca esa Comunidad de discípulos donde nadie llama suyas a sus cosas, donde se reparte a cada uno según sus necesidades. Donde hay un solo corazón y una sola alma (Hechos de los Ap.)
♠ Cada vez que comemos de este pan en memoria suya anunciamos que es posible la entrega, el amor, la misericordia, el perdón en medio de la traición, de la injusticia, de la corrupción política, del fracaso y de la soledad. Como en Getsemaní. Como en el Calvario.
♠ Cada vez que comemos de este pan nos hacemos pan, nos dejamos partir y dejamos que el Señor nos reparta a esos hermanos que él mismo elige.
♠ Cada vez que compartimos este pan nos enfrentamos con las desigualdades, por el mal reparto de los bienes del cielo y ofrecemos nuestros humildes cinco panes y dos peces para que nadie pase necesidad. Dadles vosotros de comer. Porque es para todos ese pan nuestro de cada día que nos da nuestro Padre común. Anunciad que el mensaje del Reino (un mundo fraterno) es posible. Haced que todos puedan sentarse juntos: sin diferencias, sin barreras, sin que nadie se quede “fuera” de la mesa de la vida, sin que nadie se sienta indigno. Servid a la gente necesitada.
Anhelo vivir en el nombre del Padre: confiar todo lo que soy y tengo en sus manos, y experimentar al otro no como un extraño, sino como un hermano. Sueño vivir en el nombre del Hijo: poner en el centro de mi corazón a Jesús y andar de acuerdo con su Evangelio hasta entregarme con brazos abiertos. Deseo vivir en el nombre del Espíritu Santo: dejar que su soplo guíe y empuje mi andar, y su fuego encienda en mi alma pasión por el reino. Quiero ser artesano de comunión y unidad con todos y en todas partes allí donde me encuentre, y, así, ser imagen y semejanza del Dios Comunidad. (Fermín Negre)
Ven Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, Don, en tus dones espléndido. Luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo. Ven, Dulce Huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, Divina Luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo. Lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos, por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.