Preparad el camino del Señor

Los evangelistas presentan a Jesús como el que viene a «bautizar con Espíritu Santo», es decir, como alguien que puede limpiar nuestra existencia y sanarla con la fuerza del Espíritu. Y quizá la primera tarea de la Iglesia actual sea precisamente la de ofrecer ese «bautismo de Espíritu Santo» a los hombres y mujeres de nuestros días.

Necesitamos ese Espíritu que nos enseñe a pasar de lo puramente exterior a lo que hay de más íntimo en el ser humano, en el mundo y en la vida. Un Espíritu que nos enseñe a acoger a ese Dios que habita en el interior de nuestras vidas y en el centro de nuestra existencia.

No basta que el evangelio sea predicado. Nuestros oídos están demasiado acostumbrados y no escuchan ya el mensaje de las palabras. Solo nos puede convencer la experiencia real, viva, concreta, de una alegría interior nueva y diferente.

 

Liturgia del domingo

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Fiesta de la Inmaculada Concepción

Mujer

La mujer valiente aceptó el riesgo, confió sin pruebas cantó el Magníficat.
La mujer fuerte se echó al camino alumbró en tinieblas, protegió la Vida.
La mujer sabia llevó a Dios en su vientre guardó la palabra, acogió el misterio.
La mujer buena eligió el bien, amó, aun rompiéndose por ello esperó más allá de la muerte.
Tu audacia aquieta hoy nuestras tormentas.
Tu fuerza nos alienta en la fatiga.
Tu sabiduría nos enseña hacia dónde mirar y tu bondad envuelve nuestra inquietud.
Madre tan humana, tan nuestra, tan plena…
…ruega por nosotros.
(José María R. Olaizola, sj)

 

Liturgia del domingo

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Primera Semana de Adviento

La huella

¿Cuál será la huella que me lleve hasta tu encuentro?
No quiero vivir errante y vacío quedándome sólo en tus huellas.
¿Se llamará salud, o enfermedad? ¿Se presentará con el rostro del éxito o con el cansancio golpeado del fracaso?
¿Será seca como el desierto o rebosante de vida como el oasis?
¿Brillará con la transparencia del místico o se apagará en el despojo del oprimido?
¿Caerá sobre mí como golpe de látigo o se acercará como caricia de ternura?
¿Brotará en comunión con un pueblo festivo o en mi indecible soledad original?
¿Será la historia brillante de los libros o el revés oprimido de la trama?
No importa cuál sea el camino que me conduzca hasta tu encuentro.
No quiero apoderarme de tus huellas cuando son reflejo fascinante de tu gloria, ni quiero evadirlas fugitivo cuando son golpe y angustia.
No importa lo que tarde en abrirse el misterio que te esconde, y toda huella tuya me anuncia.
Todo mi viaje llega al silencio y a la espera de mi «no saber» más hondo.
Pero «yo sé» que ya estoy en ti cuando aguardo ante tu puerta.
(Benjamín G. Buelta, sj)

 

Liturgia del domingo

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