¿Crees esto?

Lázaro

Hay un silencio opresivo, doloroso, vacío, congelado.
Nada se mueve. La vida ha huido, precipitada en su deserción, dejando demasiado por decir.
Tras la losa yace, inerte, un cuerpo derrotado.
Se lamenta, en una quietud ya eterna.
Me venció el tiempo, la fragilidad, mi poca fe.
Me paralizó no ver que el mundo era otra cosa.
Me mató el peso de un ego insaciable.
Me desangré por la herida de los sueños incumplidos.
Entonces, de repente, una voz. Sal afuera. Calor.
¿Qué es esto que siento? ¿Será posible la esperanza?
Sal afuera. Y sabe, en este silencio ahora habitado, que le aguarda la Vida, que unos brazos abiertos
le esperan, para bailar, juntos, sobre los restos de su derrota.
Dios mismo, de nuevo en su horizonte.
Hoy puedes empezar de nuevo.
(José María R. Olaizola, sj)

 

Liturgia del domingo

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«No existen cegueras, si el amor vence el miedo»

Tu modo

Señor, enséñame tu modo de tratar con los discípulos, con los pecadores, con los niños, con los fariseos o con Pilatos y Herodes… Enséñame a ser compasivo con los que sufren: con los pobres, con los leprosos, con los ciegos, con los paralíticos; muéstrame cómo manifestabas tus emociones profundísimas hasta derramar lágrimas. Esa es la imagen tuya que contemplo en el Evangelio: ser noble, sublime, amable, ejemplar, poseedor de la perfecta armonía entre vida y doctrina; aquella manera dura para contigo mismo, con privaciones y trabajos; pero para con los demás lleno de bondad y amor y de deseo de servirles. Tu constante contacto con tu Padre en la oración, antes del alba, o mientras los demás dormían, era consuelo y aliento para predicar el Reino.
Enséñame tu modo de mirar, como miraste a Pedro para llamarlo o para
levantarlo; o como miraste al joven rico que no se decidió a seguirte; o como
miraste bondadoso a las multitudes agolpadas en torno a Ti; o con ira cuando tus ojos se fijaban en los insinceros. Quisiera conocerte como eres: tu imagen sobre mí bastará para cambiarme. Desearía verte como Pedro cuando, sobrecogido de asombro tras la pesca milagrosa, toma conciencia de su condición de pecador en tu presencia.
(Adaptación de la oración de Pedro Arrupe, sj Invocación a Jesucristo modelo)

 

Liturgia del domingo

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También yo necesito su Agua Viva

Sed

Danos el agua que colma sin ahogar, que limpia las entrañas empapa el corazón, y acuna en lo yermo la vida.
Danos tu pan, que sacia sin hartar y restaura las fuerzas gastadas; pan que alimenta la acogida, el encuentro y la fiesta al partirse en mesa de hermanos.
Danos tu espíritu que habla sin grito, hace audaz al cobarde y libera al cautivo cuando inspira justicia, libertad, paz.
Danos tu verdad que seduce sin trampa, que hace sabio al pequeño y hace sencillo al sabio, al afirmar un amor invencible.
En agua, pan y amor inquieto, en espíritu y verdad.
Tenemos sed de ti, Señor.
(José María R. Olaizola, sj)

 

Liturgia del domingo

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