Creo, Señor…

Gritaré, contra las voces correctas, contra mi propia prudencia si invita al abandono contra la lógica, que muestra otros caminos.

Gritaré, con la fe más lúcida que imaginar pueda con mi amor, pobre, pero sincero, desde esta ceguera que anhela la luz.

Gritaré, hasta que la voz me falte, y aún después,  tu nombre junto al mío,  tu pasión por nosotros, te pediré que me sanes,  y confiaré en ti.

Aunque tantos digan que pierdo el tiempo, y se burlen de tu silencio y de mi fracaso, gritaré, hasta que llames… …Tú no nos fallas.

Cuando abras mis ojos encontraré al hermano, brindaré con la copa de tu justicia y seguiré tus pasos.

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